domingo, 29 de noviembre de 2009

FELIZ AÑO LITÚRGICO NUEVO.

Hoy comienza el tiempo de Adviento y con él el nuevo año litúrgico.

La pregunta “¿cuándo empieza el Año del Señor?” era en el medievo un interrogante importante. Actualmente, sabemos que no importa empezar el año cristiano en un tiempo litúrgico o en otro. Su comienzo bien podría ser en Pascua, mientras que el Adviento podría estar al final del año. De una u otra manera, el tiempo de Adviento pretende que tomemos conciencia del paso del tiempo para alentar la esperanza de los fieles en la venida del Señor. Adviento es celebrar la venida de Cristo en la carne, a través de la Virgen María, pues si del antiguo adversario nos vino la ruina, en el seno virginal de la hija de Sión nos ha sido devuelta la gracia que Eva nos arrebató, abriéndonos a la vida nueva.
También es celebrar la futura venida de Cristo, al final de los tiempos, para revelar la plenitud de su obra que fue realizada al venir por primera vez en la humildad de nuestra carne.
El tiempo de Adviento en su estructura y textos litúrgicos actuales prepara para ambas manifestaciones. Pero además recoge también la presencia de Cristo operando su salvación en su Iglesia y en el mundo: porque el Señor también viene constantemente a su Iglesia, como presencia perpetua, en cada hombre y en cada acontecimiento para que lo recibamos con fe y por el amor demos testimonio de la espera dichosa de su reino.

En el memorial del “hoy” de la celebración del Adviento se unen, eficazmente, estas tres venidas de Cristo. El Adviento nos prepara a recibir a Cristo, en la Navidad; y al final de los tiempos, acogiendo su presencia real tanto en nuestra vida como sacramentalmente en la celebración. Esto es lo que hace que este tiempo se convierta en una expectante alegría; como la de la Virgen María, que esperó al Salvador con amor de madre; o como anuncio mesiánico del cumplimiento de salvación en los grandes profetas; o como la espera de Juan Bautista, que proclamó próximo al Mesías y supo reconocerlo presente en medio de los hombres.

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